El pelícano es un ave gregaria. Ya se trate de pesca, desplazamiento, reposo o reproducción, todas sus actividades están marcadas por un fuerte instinto comunitario. Según las ocupaciones y períodos del año, las dimensiones de los grupos oscilan desde unas 10 aves a varios millares. Este gregarismo obedece a dos razones, la primera se centra en la mejora de la seguridad frente a los predadores. Además, en el conjunto de una colonia, hay siempre un grupo de aves que se mantiene alerta, dispuestas a indicar en cualquier momento el menor peligro a sus congéneres. La segunda razón obedece a la necesidad de mejorar las condiciones de pesca mediante la localización y la observación colectiva de los peces.
Sin embargo, no están nunca organizados según una jerarquía específica. No hay dominantes ni dominados. Aunque en general las mejores pescas quedan reservadas para los pelícanos de más edad, que consiguen imponerse.
El pelícano se muestra poco agresivo con sus congéneres y solo se entrega a breves disputas cuando quiere apoderarse de una presa o impedir que otro pelícano le robe los elementos que le servirán para construir su nido.
Al momento de volar y siempre para economizar energía, el pelícano, al igual que la oca, vuela en formaciones que siguen líneas oblicuas o en espiga. Cada ave hace de esta manera el mínimo esfuerzo, aprovechando la penetración en el aire que le asegura el pelícano que está delante. Por supuesto que esto no cuenta con el que va a la cabeza, cuyo esfuerzo es máximo. Debido a esto, de vez en cuando abandona su primera posición a una de las aves que le sigue inmediatamente, incorporándose entonces al grupo y colocándose generalmente en la cola de la formación. De este modo se asegura un movimiento circulatorio sin que disminuya el avance general.
Cuando se acerca la época de reproducción (primavera-verano), los pelícanos abandonan las zonas donde pasan el invierno y vuelven a instalarse en el lugar de nidificación, donde machos y hembras se aparean y ya no vuelven a separarse hasta que llega el momento de criar a los polluelos. Cuando la colonia de pelícanos se encuentra en el lugar de nidificación, los que se acercan a las hembras son los machos. Las hembras se quedan en los alrededores, aguardando a que uno o varios machos se separen del grupo para interesarse particularmente en ellas. En este caso, la hembra no tarda mucho en elegir a alguno de los machos. El pelícano elegido ahuyenta entonces a sus rivales. Pero cuando varios machos persiguen a una misma hembra, hay uno que termina por imponerse. Para intimidar a sus compañeros, le basta con estirar el cuello y apuntar el pico hacia el cielo.
La pareja emprende el vuelo o se dirige al agua, donde el macho nada al lado o delante de la hembra. En el suelo el macho sigue a la hembra luciéndose. Abre las alas, camina contorneándose de manera exagerada, con el cuello estirado y el pico dirigido hacia abajo.
Corresponde a la hembra la elección del lugar donde se instalará el nido, después el macho busca elementos vegetales para construirlo. Transporta los materiales con el pico y los deposita delante de su compañera, que se encargará de organizarlos.
Normalmente ésta pone dos huevos, empollados alternativamente por el padre y la madre.
Un mes más tarde, los pequeños salen del huevo y poseen el cuerpo completamente desnudo. Durante las dos primeras semanas sus padres los alimentan con una especie de papilla líquida que regurgitan. Más adelante, los pequeños pelícanos introducen la cabeza en el pico de sus padres para extraer trozos de pescado. Cuando tienen entre tres semanas y un mes de vida, los pequeños se reúnen en una especie de guardería de cuya vigilancia se encargarán algunos adultos. Los pequeños alcanzan la madurez sexual a los 3-4 años de edad.
Los pelícanos son especies longevas, ya que pueden llegar a vivir unos 30 años.