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Martín Falzone (Médico Veterinario) - Lina Zabala (Bióloga)
Centro de Rescate Temaikèn, Escobar, Buenos Aires, Argentina.
Hoy en día sabemos que muchas de las llamadas enfermedades emergentes pueden llegar a ser zoonóticas. Se originan en animales silvestres y son transmitidas al hombre por contacto directo o mediante vectores.
Los virus, bacterias y hongos, posibles causantes de enfermedades, pueden vivir y desarrollarse en diferentes especies de animales sin afectarlas. Estos animales pueden actuar como lo que se llama "reservorio" (evolucionan conjuntamente con ellos sin afectarlos).
El animal silvestre, bajo ciertas circunstancias (stress, contacto estrecho) puede transmitir el patógeno directamente a los humanos o a animales domésticos y éstos al humano.
El coronavirus SARS- CoV- 2 es un ejemplo de esta problemática, como en su momento lo fueron el SARS, la influenza aviar y el ébola.
El comercio ilegal de fauna, la pérdida de los ecosistemas donde se desarrollan los animales silvestres y la proximidad con los animales domésticos, amenazan a miles de estas especies silvestres. El estrecho contacto entre la fauna silvestre y las personas, aumenta el riesgo de diseminación de enfermedades zoonóticas.
Los animales silvestres, producto del tráfico ilegal, tras ser capturados pasan semanas en contacto cercano con personas y otras especies de animales con las que probablemente nunca se hubiesen encontrado en la naturaleza. Ese tiempo y grado de confinamiento son suficientes para contagiarse con cualquier agente infeccioso. Producto del cautiverio, la mala alimentación y el confinamiento, estos animales eliminan agentes que pueden ser patógenos para otras especies, incluido el hombre.
La mayoría de los cambios que se producen en la naturaleza son antropogénicos. El comportamiento destructivo del hombre produce cambios ambientales como la desaparición de hábitats naturales y la pérdida de biodiversidad. El aumento de la población y la generación de desechos se acompañan de polución y cambios climáticos. Todos estos aspectos juegan un papel importante en la modificación de los diferentes ecosistemas.
La globalización tiene como ventaja el crecimiento económico pero como gran desventaja el daño no sostenible a la biósfera.
Debemos entender que en la medida que sigan existiendo el comercio ilegal de fauna silvestre para venta y/o consumo, la caza y la destrucción de sus hábitats naturales, los patógenos -principalmente los virus- pueden saltar de especies. Dichos agentes afectan organismos que no presentan las defensas necesarias, generando enfermedades frente a las que no tenemos herramientas para defendernos (como inmunidad pasiva o vacunas).
Es momento de repensar nuestro vínculo con los animales silvestres y la naturaleza.
En favor de la salud global tenemos que frenar el tráfico ilegal a nivel mundial, cerrar los mercados de venta de animales silvestres, ya sea vivos o sus partes, y aprender a convivir de manera respetuosa con la naturaleza.
Como consecuencia de la pandemia que estamos viviendo con respecto a la diseminación mundial del coronavirus, deberíamos preguntarnos si es una causa o una consecuencia.
Hoy estamos focalizados en la enfermedad y cómo frenarla, ya que es lo urgente e inmediato. Pero una vez pasado este momento, deberíamos preguntarnos por qué se suscitó este problema. La respuesta es compleja y profunda.
Los virus, como las bacterias, los parásitos, los hongos, las plantas, los animales y las personas son parte de los habitantes del planeta. En la medida que entendamos que debemos cuidar y proteger nuestro planeta, estaremos manteniendo su equilibrio.
El hombre es el actor principal que puede ayudar a componer o seguir descomponiendo dicho equilibrio.
Cuando asumamos que el hombre sólo es un habitante más de la Tierra y volvamos a coexistir en armonía con la naturaleza, seguramente serán otras nuestras preocupaciones.
Es nuestra responsabilidad: cuidarlos a ellos, para cuidarnos.
Todo depende de nosotros.